De una alocución del papa Pío doce a los recién casados
La esposa viene a ser como el sol que ilumina a la
familia. Oíd lo que de ella dice la sagrada Escritura:
Mujer hermosa deleita al marido; mujer modesta duplica
su encanto. El sol brilla en el cielo del Señor, la mujer
bella en su casa bien arreglada.
Sí, la esposa y la madre es el sol de la familia. Es el
sol con su generosidad y abnegación, con su constante
prontitud, con su delicadeza vigilante y previsora en todo
cuanto puede alegrar la vida a su marido y a sus hijos.
Ella difunde en torno a sí luz y calor; y, si suele decirse
de un matrimonio que es feliz cuando cada uno de los
cónyuges, al contraerlo, se consagra a hacer feliz, no a
sí mismo, sino al otro, este noble sentimiento e inten-
ción, aunque les obligue a ambos, es sin embargo virtud
principal de la mujer, que le nace con las palpitaciones
de madre y con la madurez del corazón; madurez que,
si recibe amarguras, no quiere dar sino alegrías; si re-
cibe humillaciones, no quiere devolver sino dignidad y
respeto, semejante al sol que con sus albores alegra la
nebulosa mañana, y dora las nubes con los rayos de su
ocaso.
La esposa es el sol de la familia con la claridad de su
mirada y con el fuego de su palabra; mirada y palabra
que penetran dulcemente en el alma, la vencen y enter-
necen y alzan fuera del tumulto de las pasiones, arras-
trando al hombre a la alegría del bien y de la conviven-
cia familiar, después de una larga jornada de continuado
y muchas veces fatigoso trabajo en la oficina o en el
campo o en las exigentes actividades del comercio y
de la industria.
La esposa es el sol de la familia con su ingenua natu-
raleza, con su digna sencillez y con su majestad cristiana
y honesta, así en el recogimiento y en la rectitud del
espíritu como en la sutil armonía de su porte y de su
vestir, de su adorno y de su continente, reservado y a
la par afectuoso. Sentimientos delicados, graciosos ges-
tos del rostro, ingenuos silencios y sonrisas, una condes-
cendiente señal de cabeza, le dan la gracia de una flor
selecta y sin embargo sencilla que abre su corola para
recibir y reflejar los colores del sol.
¡Oh, si supieseis cuan profundos sentimientos de amor
y de gratitud suscita e imprime en el corazón del padre
de familia y de los hijos semejante imagen de esposa y
de madre!
(Oficio de lectura. Sábado IV semana)
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