Benedicto XVI recuerda el verdadero sentido cristiano del amor al prójimo
Caridad y justicia
son un servicio espiritual
son un servicio espiritual
El compromiso de salir al encuentro de las necesidades del prójimo no
tiene límites; pero es imprescindible que se realice a la luz del
Espíritu Santo, para que no se pierda en puro activismo. Así pues, esas
dos realidades, el anuncio de la Palabra de Dios y el deber de la
caridad, «deben vivir en la Iglesia», donde ambas tienen su lugar y su
«relación necesaria».
El
Papa cita la narración de san Lucas en los Hechos de los Apóstoles para
hablar de la intervención de la Iglesia en favor de las «personas
solas y necesitadas de asistencia y ayuda». En la catequesis durante la
audiencia general de esta mañana, miércoles 25 de abril, en la plaza de
San Pedro, Benedicto XVI ha vuelto a proponer «la exigencia primaria de
anunciar la Palabra de Dios según el mandato del Señor». Pero subraya la
exigencia de poner en el mismo plano «el deber de la caridad y de la
justicia, es decir, el deber de asistir a las viudas, a los pobres, y
proveer con amor a las situaciones de necesidad en las que se encuentran
los hermanos y las hermanas», dado que también en este caso se trata de
«responder al mandato de Jesús: amaos los unos a los otros». La
Iglesia, de hecho, «no sólo debe anunciar la Palabra, sino también
realizar la Palabra».
En esta perspectiva, caridad y justicia no se han de interpretar sólo como «acciones sociales» sino también como «acciones espirituales». Hasta el punto de que quienes están llamados a hacer concreta esta doble expresión de la única misión de la Iglesia «no pueden ser sólo organizadores que saben actuar» sino que deben ser «hombres llenos de Espíritu Santo y de sabiduría», porque la obra que llevan a cabo, aunque sea sobre todo práctica, es de modo especial «una función espiritual».
La actividad en favor del prójimo, ciertamente, «no se debe condenar -reafirma el Pontífice-, pero conviene subrayar que debe estar penetrada interiormente también del espíritu de contemplación». Esto ayuda a «aprender la verdadera caridad, el verdadero servicio a los demás», que «ciertamente requiere las cosas necesarias», pero sobre todo «el afecto de nuestro corazón, de la luz de Dios».
Es una valiosa advertencia «para nosotros hoy -concluye el Papa- acostumbrados a valorarlo todo con el criterio de la productividad y de la eficiencia».
En esta perspectiva, caridad y justicia no se han de interpretar sólo como «acciones sociales» sino también como «acciones espirituales». Hasta el punto de que quienes están llamados a hacer concreta esta doble expresión de la única misión de la Iglesia «no pueden ser sólo organizadores que saben actuar» sino que deben ser «hombres llenos de Espíritu Santo y de sabiduría», porque la obra que llevan a cabo, aunque sea sobre todo práctica, es de modo especial «una función espiritual».
La actividad en favor del prójimo, ciertamente, «no se debe condenar -reafirma el Pontífice-, pero conviene subrayar que debe estar penetrada interiormente también del espíritu de contemplación». Esto ayuda a «aprender la verdadera caridad, el verdadero servicio a los demás», que «ciertamente requiere las cosas necesarias», pero sobre todo «el afecto de nuestro corazón, de la luz de Dios».
Es una valiosa advertencia «para nosotros hoy -concluye el Papa- acostumbrados a valorarlo todo con el criterio de la productividad y de la eficiencia».
26 de abril de 2012
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